Creemos en la libertad religiosa y en la legitimidad de que
cada uno piense lo que quiera. Esto a su vez entraña nuestro derecho a tener
una opinión sobre este asunto y nos conduce a la responsabilidad de transmitirla
a los demás, junto con las experiencias que podamos aportar.
Dentro de las actividades discutibles de esta
organización hay unos hechos que son incontestables y otros que son matizables.
Un ejemplo de éstos últimos es el asunto de la sangre: no se admiten
transfusiones sanguíneas incluso cuando esto provoque trágicas consecuencias.
Entendemos que una persona adulta y plenamente consciente se niegue a
transfundirse si ésa es su creencia cabal. Los matices surgirán si se
trata de un menor, de una persona que está inconsciente o si el enfermo
actúa bajo presión.
Dejando de lado los hechos matizables, quiero exponer los
incontestables, esto es: hechos irrefutables que resultan evidencias
desconcertantes de primera mano que de por sí deberían provocar una reflexión
cautelosa inmediata sobre el ingreso o permanencia en los Testigos de Jehová.
Paso a enumerar los que para mí son más importantes.
Profecías: ninguna se ha cumplido. El fin del sistema de cosas nunca llegó. Se
han dado muchas fechas, todas con resultado negativo. Es importante reseñar que
las profecías son la base sobre la que se sustenta todo el sistema de
creencias de esta confesión. A medida que las fechas han ido fallando, la doctrina se ha ido modificando
con una elasticidad sorprendente. Hemos pasado de “la generación que hubiese
conocido todas estas cosas” a “la generación que haya conocido a la generación
que haya conocido todas estas cosas”. A todo esto se añade el hecho de que la
organización no reconoce ningún error y arguye que ahora hay “más luz sobre
este asunto”, a pesar de que no se ha informado de ningún acontecimiento o
descubrimiento que proporcione ese aumento de la “luz”.
Biblia: la traducción del nuevo mundo, que es la biblia de los Testigos de Jehová, presenta diferencias insostenibles con la mayoría de las traducciones
de prestigio. Simplemente dice cosas distintas que afectan a asuntos
doctrinales importantes y que resultan sospechosamente proclives a sus doctrinas.
Archivos falseados: los textos digitalizados de las
publicaciones antiguas disponibles en Internet se han modificado para adaptarse a las
doctrinas actuales. Los tomos físicos de La Atalaya (órgano oficial de la organización)
que todos guardamos en casa son diferentes a los tomos dispuestos de forma
telemática por la sociedad.
Juicios de honor: los tribunales que esta religión dispone para juzgar a sus prosélitos
son ilegales y carecen de garantías procesales. Sus miembros no tienen formación
legal alguna y no se permiten abogados.
Abuso de menores y pedofilia: en los Testigos de Jehová el porcentaje de
abusos a menores es muy superior a los de otras órdenes religiosas. Esto se
debe en primer lugar a la fuerte represión sexual a la que un testigo de Jehová
está sometido y en segundo lugar al hecho de que en sus audiencias judiciales
se precisa el testimonio de un tercero físicamente presente en el acto que,
lógicamente, nunca está. En consecuencia el pedófilo o abusador resulta
exculpado, queda libre para repetir su proceder y reincide. El comité judicial
no avisará a la policía ni recomendará acudir a un médico forense, que podría
dar parte al juzgado. Como se verá más abajo, la organización desaconseja los
tratamientos psicológicos o psiquiátricos.
Castigos a la disidencia: La organización persigue y castiga a los
disidentes o sospechosos de serlo. Si existe algún punto de discusión que
afecte a la doctrina y éste se expone abiertamente, el disidente es castigado
con el ostracismo por amistades, familia y cualquier otro feligrés durante toda
su vida.
Formación superior: esta organización critica duramente la
educación universitaria y utiliza técnicas de disuasión contra la
universidad con los jóvenes.
Dinero: aparte de las contribuciones voluntarias, el dinero usado para pagar
el local de reuniones (Salón del Reino o Salón de Asambleas) es aportado por
los testigos de la congregación o circuito correspondiente. Si ha habido algún préstamo de
la central, éste suele ser pagado por la congregación siéndole aplicado un interés mayor que la media de los intereses de las entidades financieras. Sorprendentemente, en todo momento el inmueble es propiedad o dominio de la central. Animo a los lectores a comprobar en el registro de la propiedad a quién
pertenece el Salón una vez ha sido pagado por los feligreses.
Desde aquí les pedimos que contrasten cada uno de estos
puntos e investiguen su veracidad. Que lo hagan de forma tranquila e imparcial. Que se formen su propia opinión.
Consulten a los ancianos de su congregación
si lo creen necesario. Observen su reacción y háganse una composición de lugar.
Piensen que cualquiera de estos puntos, por sí solo y una vez comprobado, es una razón de peso para replantearse la pertenencia a este credo.
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