“…Pero
si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos… enviaré sobre
vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el
alma […] añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados.
Enviaré también contra vosotros bestias fieras que os arrebaten vuestros hijos
[…] Y comeréis la carne de vuestros hijos […] pondré vuestros cuerpos muertos
sobre los cuerpos muertos de vuestros ídolos...”
Levítico
26: 14-25 Versión Reina-Valera 1960
¿En
qué medida usa tu religión el miedo para controlarte? ¿Es el miedo uno de los
principales motivos para ser testigo de Jehová? ¿Cómo lo usan los dirigentes de
esta religión para mantenerte dentro?
Epicuro
enumeraba los principales miedos que atenazan el alma humana: miedo a la
muerte, miedo al dolor, miedo al fracaso y miedo a los dioses.
A
simple vista estos miedos parecen ser inherentes a la religión denominada Testigos
de Jehová, que da solución a los tres primeros prometiendo la vida eterna, el
fin del dolor y una carrera cristiana provechosa y hacen de la necesidad virtud
con el cuarto, pero cambiando el miedo a Dios por el temor de Dios, que siendo
lo mismo parece distinto.
Hacer
que alguien sienta miedo o temor se denomina intimidación en su primera
acepción del DRAE. Los prosélitos de los Testigos de Jehová son intimidados
continuamente. En los discursos y en la literatura TJ reiteradamente se
menciona la ira de Dios, el día de la justicia de Dios (que consiste en la
aniquilación y asesinato de aquellos que se desvíen de determinadas normas) y
la venganza (“…mía es la venganza, yo pagaré, dice Jehová…”). La Organización
dedica innumerables libros al tema. Las imágenes que los ilustran no tienen
desperdicio: muestran a los supuestos inicuos (cualquiera que no siga los
dictados del cuerpo gobernante) cayendo por precipicios, ardiendo en llamas,
siendo sepultados por grandes piedras o ahogándose en terribles inundaciones.
El
miedo como doctrina es fundamento básico de las creencias de la fe TJ,
pero hay otro miedo adicional, diferente al doctrinal, que es usado en tiempo
real como una potente herramienta. Este segundo miedo es el
provocado por las exhaustivas técnicas de control y vigilancia de esta
confesión.
Existe
un hecho incontestable: todos los testigos de Jehová son vigilados por todos
los testigos de Jehová. Si alguno nota en un correligionario una conducta que
pueda desviarse de las normas ha de denunciarlo inmediatamente a las
autoridades del credo, que tomarán medidas disciplinarias. Este control no
afecta solamente a las normas básicas (por ejemplo que te vean fumando). Afecta
a asuntos mucho más sutiles, como puedan ser una opinión, una conversación, una
forma de vestir o de atusarse o incluso compartir el desayuno con un desconocido. El sistema de privilegios dentro de la organización permite, retirándolos
si los hubiere, castigar a los prosélitos sin haber incumplido norma
alguna. Quedan la censura y la expulsión para los casos en los que las normas
se transgredan…o parezca que se han transgredido, ya que lamentablemente el
sistema judicial utilizado carece de garantías. Hay que decir que en los Testigos de Jehová no existe la absolución ni el perdón de los pecados, sistema
que permite cierta elasticidad en otras religiones.
Debido
a ello es perfectamente posible decir que hemos pertenecido a un estado
policial de siete millones de personas, con la intimidación que eso representa.
Ante
todo esto ¿Qué podemos hacer?
En
primer lugar, saber que creer en un dios cruel hace cruel al hombre (la
frase es de Thomas Paine en La Edad de la Razón). Debemos entender que
el Dios que nos quieren mostrar es un Dios manipulado por personas. Debemos
refugiarnos en la idea de que, si Dios es amor, nada de lo que hay expuesto
arriba va con él.
En
segundo lugar ejercer nuestra libertad, que es derecho y deber de cualquier
creyente. Tenemos el deber de ser libres y de
dar pasos para eliminar el miedo y la dependencia. Pensar en lo que dijo
Spinoza, otro expulsado de su fe: “Ellos quieren disfrazar, bajo el especioso
nombre de religión, el miedo con el que se nos quiere controlar, a fin de que
luchemos por nuestra esclavitud como si se tratara de nuestra salvación”.
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