Por favor, que nadie me entienda mal. No quiero que nadie
piense que vengo aquí a defender otras religiones o a meterme con la Watchtower. No es
mi propósito en esta entrada ni en ninguna. Solo me anima el deseo de opinar con objetividad.
Vivimos en un país de cultura mediterránea en la que las
relaciones sociales son fundamentales: la gente vive en la calle, somos generalmente
abiertos, cuidamos las amistades, echamos la partida o vemos el fútbol en el
bar con los vecinos, vamos al cine con compañeros de trabajo, hay cultura de
barrio y existen iniciativas sociales que fomentan estas relaciones. Nuestros
críos juegan con los vecinos y tienen sus amiguitos...
Para nosotros la familia es lo más importante: los hijos
están en casa muchos años aunque piensen a su manera, y nuestros padres y abuelos
viven al lado o nos visitan a menudo.
Si eres testigo de Jehová estarás preguntándote: “¿Qué dice
este hombre? Nosotros no somos así. No echamos la partida, ni frecuentamos los
bares, ni nos juntamos con vecinos, ni participamos del barrio, ni nos abrimos
a nadie que no sea de nuestra religión, ni mis parientes vienen a casa si no
son testigos. Tampoco recibo a mis hijos no testigos o a mis abuelos católicos.
Mis amistades son de mi religión y no admito a otras y, por supuesto, si mi
hijo juega en el parque no se junta con nadie. Es más, si algún día deja de ser
testigo de Jehová, para mí está muerto de toda mortandad”. Exacto. Así eres...si
eres un verdadero testigo de Jehová. Es triste, ¿verdad?
¿Dónde está la razón de estas diferencias tan grandes? ¿Cómo
es que uno puede trasladarse desde una cultura abierta y familiar a otra llena
de opresión, exclusión, división y oscurantismo? ¿Es que acaso no sabe uno dónde
se mete? La respuesta es que no. No lo sabe. No tiene ni idea.
No, porque cuando te acercas a esta religión nadie te pone
al tanto de estas cosas. Estos hechos se ocultan. Es obvio que, de haber estado
bien informados, pocos pondrían un pie en un salón del reino, o al menos lo
harían con cierta aprensión. Incluso hemos leído recientemente entrevistas en
prensa en las que representantes de esta sociedad esconden la verdad de la
expulsión y sus consecuencias con amistades y familias. Dicen que cualquiera
puede dejar libremente la religión, pero cuando se les pregunta sobre el
ostracismo o las rupturas familiares responden con circunloquios o se salen por
la tangente. Hablan de libertad para, a continuación, coartarla. En realidad,
se han aprovechado de la libertad que nuestra cultura les otorga para asentar
la falta de la misma, para implantar su fundamentalismo.
¿En qué medida esto está más cerca del fraude que de
técnicas admisibles de proselitismo? ¿Nos han engañado?
Creo que éstas son las preguntas que debemos hacernos de
forma serena.
Antes de entrar en un salón del reino por primera vez,
debemos saber lo siguiente: si llegas a ser un buen testigo de Jehová y tu hijo
es expulsado cortarás la relación con él y con tus nietos (sus hijos). Si tu
amigo del alma ha sido expulsado, le retirarás la amistad y aun peor, el
saludo. Te harás razonamientos forzados, como que dejándolo en la más absoluta
soledad le obligarás a arrepentirse y volver, pero en el fondo sabes que, si tiene
unos mínimos valores morales, no se someterá a tu chantaje, no volverá y
perderás para siempre a tu padre, a tu hijo, a tu hermano, a tu amigo…
¿Y todo a cambio de qué? Todo a cambio de nada. Porque entrar
en esta religión y medrar en ella, ser precursor, ser anciano, ser siervo
ministerial o ser del cuerpo gobernante es nada comparado con una pérdida tan penosa
no solo para los tuyos, sino también para ti.
No voy a preguntar si ésa sería la actitud del líder
Jesucristo. Sabemos que los apóstoles lo encontraban a menudo hablando amorosamente
con gente de todo tipo y catadura, aunque él dijera que no pertenecía a este
mundo. Sabemos que el padre del hijo pródigo lo recibió de vuelta con aun más
amor que antes de que éste le pidiera su parte de la herencia. Pero todo eso da
igual. Eso no importa.
Pero atención, hay más: una vez dentro, si tienes dudas
sobre todo esto que cuento y te atreves a transmitir esas dudas, si comentas a
algún “hermano” que tu consternación no tiene sentido, serás juzgado y
expulsado con total seguridad. Tengo que decir que conozco pocos testigos de Jehová a los que no se les encienda la cara de vergüenza cuando me los
encuentro y desvían la mirada. Eso es porque saben, por derecho natural, que lo
que hacen no tiene justificación posible.
Obviamente los dirigentes de esta religión, allá en los
Estados Unidos, no han tenido en cuenta que nuestra cultura quizá sea más fraternal
y menos fría que la suya, que nuestros hijos quizá no puedan independizarse
antes o que necesitemos al abuelo para que pasee con los críos. No estoy
diciendo que allá no quieran a sus hijos, digo que no han tenido en cuenta para
nada nuestros rasgos culturales y la fuerza que tiene la institución familiar en
nuestra idiosincrasia: aquí se considera ruines a los padres que no atienden a
un buen hijo necesitado de cariño o de dinero y está muy mal considerado echarlo
de casa y abandonarlo a la precariedad. Tampoco han tenido en cuenta que la
abuela o el abuelo son elementos vitales en la estructura familiar de nuestro
entorno y tienen un papel primordial en el crecimiento de los nietos y en hacer
de éstos personas excelentes.
Si eres testigo de Jehová de los de verdad, has antepuesto
una cultura extraña a la tuya propia. Has dejado que unas imposiciones que
vienen del otro lado del mundo, del lado del fundamentalismo americano, canibalicen
tu forma de ser.
Como en la famosa canción, te exhorto a que regreses al
sitio al que perteneces. Que vuelvas a la vida.
3 comentarios:
Muy bien explicado. Pero hay gente que cree en la expulsión de verdad. Cuando se paso el vídeo de la última asamblea, en que unos padres no tenían ningún contacto con la descarriada de su hija, todo el campo rompió en aplausos. A mi, y supongo que a mas de los que creo, se me caía la cara de vergüenza. Pues a esos que creen que de verdad es un acto amoroso les diria que no son personas y mucho menos cristianos. Porque es un acto fragante de extorsión moral y que hace mucho daño.
Me ha gustado mucho tu entrada.
Me ha encantado tu entrada. Quisiera añadir que la persona que participa en el acoso social también paga un precio por adoptar una actitud tan contranatura... en contra de su conciencia.
Esto es tortura psicológica y una clara violación de los derechos humanos.
Gracias Wise. La cultura es importante, pero a veces no es suficiente para frenar la invasión comercial de ultramar.
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