“Crisis
de conciencia” (escrito por Raymond Franz, ex miembro del cuerpo
gobernante de los Testigos de Jehová) es uno de los libros más útiles para “despertar” o
“desprogramarse”.
Enlace
del libro:
Desde este blog compartiremos algunos extractos del libro que animen a
la reflexión:
Capítulo
2. Credenciales y causa. Págs 41-43
Caso
por caso, la única base para merecer esa condena ha sido el que
ellos no podían honestamente estar de acuerdo con todas las
enseñanzas o las normas de la Organización. Me siento obligado
hacia esas personas. Prácticamente todas ellas comparecieron ante un
reducido grupo de entre tres y cinco hombres (un “comité
judicial”) en una sesión secreta, donde a quienes comparecían en
calidad de Testigos únicamente les estaba permitido aportar su
testimonio, pero no podían presenciar las deliberaciones.
Posteriormente se leía una breve nota ante la congregación
anunciando su expulsión sin más explicaciones ni aportar evidencia
alguna en apoyo de la decisión de llevar a cabo la expulsión. Una
vez hecho ese anuncio, se da por hecho que ningún Testigo dirigirá
la palabra a las personas expulsadas, imposibilitando de esa manera
toda oportunidad para que quienes han sido expulsados se expresen,
ofreciendo su propio testimonio a los amigos y compañeros. De
haberlo hecho antes de ser expulsados, se habría
considerado como ‘proselitismo’, ‘debilitar la unidad de la
congregación’, ‘sembrar disensión’, ‘formar una secta’.
Cualquiera que, a partir de entonces, hablara con ellos
comprometería su situación personal, arriesgándose a ser
igualmente expulsado. De esa manera se impone una “cuarentena”
efectiva. Se coloca una “losa” a toda consideración del asunto.
El expediente sobre la expulsión y toda pretendida evidencia para
ello permanece en uno de los voluminosos ficheros del Departamento de
Servicio de Brooklyn (o en los ficheros de las sucursales) con el
sello “No destruir”. Ese registro que contiene los cargos
imputados a las personas expulsadas, como la propia audiencia en
comité judicial, es también secreto y no sujeto a revisión.
La
Escritura nos dice: “Un verdadero compañero está amando todo el
tiempo, y es un hermano que nace para cuando hay adversidad.”
Tiempo atrás creí tener muchos, muchos amigos de esos. Pero cuando
la situación crítica alcanzó su punto culminante me di cuenta de
que tan sólo eran unos pocos. Todavía considero a esos pocos como
algo precioso, hayan declarado poco o mucho a mi favor. La gente
pregunta por mí debido a mi prominente posición anterior. Sin
embargo, casi nadie se interesa por otros que no alcanzaron esa
prominencia, aunque ellos pasaron por la misma experiencia con el
mismo coste personal e iguales padecimientos.
¿Qué
debe representar para una madre, que ha visto nacer a su hija
de su propio cuerpo, la ha amamantado, ha cuidado su salud, la ha
entrenado a través de los años de formación de la vida, ha
compartido con ella sus problemas, viviendo sus contratiempos y
tristezas como si fueran suyos propios, vertiendo lágrimas por las
de su hija, qué es lo que supone para esa madre contemplar a
su hija, ya adulta, que ahora la rechaza, y todo ello sencillamente
porque su madre trata de ser sincera ante su conciencia y ante Dios?
¿Qué
debe representar para un padre o una madre ver a su hijo o hija
casarse y que, por esa misma razón, se les diga que ‘sería mejor
que no se presentaran al casamiento’, o saber que una hija ha
tenido un bebé y se les dice que no deberían ver a su nieto?
Eso no es algo imaginario. Son cosas que les están sucediendo a muchos padres que han estado asociados con los Testigos de Jehová.
Considere
el ejemplo de una madre de Pennsylvania, quien escribe:
Tengo
hijos en la organización, casados, quienes al tiempo de desasociarme
incluso me ofrecieron que fuera a su casa para descansar, y su
opinión con respecto a mí como persona no se había visto
alterada.
Cuando
posteriormente apareció información en The Watchtower del 15 de
septiembre de 1981 [La Atalaya del 15 de noviembre de 1981],
con instrucciones detalladas con respecto a la asociación con
personas que se hubieran desasociado, empezaron a rechazarme.
A partir de entonces ni me llaman por teléfono ni mantienen otro contacto conmigo. He de hacer algo en cuanto a ello, pero no sé el qué. No tomo acción alguna por miedo a equivocarme y alejarlos más. No los llamo por teléfono no sea que cambien de número y no les escribo, como dije, por temor a decir algo que consideren ofensivo. He estado hospitalizada en este tiempo debido al desgaste emocional y he padecido una crisis adicional, todo ello en poco tiempo, lo que desafortunadamente ha sido devastador.
A partir de entonces ni me llaman por teléfono ni mantienen otro contacto conmigo. He de hacer algo en cuanto a ello, pero no sé el qué. No tomo acción alguna por miedo a equivocarme y alejarlos más. No los llamo por teléfono no sea que cambien de número y no les escribo, como dije, por temor a decir algo que consideren ofensivo. He estado hospitalizada en este tiempo debido al desgaste emocional y he padecido una crisis adicional, todo ello en poco tiempo, lo que desafortunadamente ha sido devastador.
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