Un asunto, que no está en lo que
ya se ha mencionado, pero que produjo considerable discusión, tuvo que ver con
una pareja de Testigos en California. Alguien había visto en la alcoba de
ellos cierta literatura y fotografías que tenían que ver con prácticas sexuales
no usuales. (No recuerdo que llegáramos a saber, exactamente, cómo la persona
que informó sobre esto obtuvo acceso a la alcoba de la pareja.) La
investigación e interrogatorio por los ancianos locales confirmó que la pareja
participaba de relaciones sexuales más allá de la simple copulación genital. La
correspondencia de los ancianos llegó a Brooklyn y se le solicitaba al Cuerpo
Gobernante que decidiera en cuanto a qué acción, si cabía alguna, se tomara
hacia la pareja.
Hasta el momento en que se nos
leyó la correspondencia esa mañana, ninguno de nosotros, aparte del presidente,
había tenido oportunidad alguna de pensar sobre el tema. Sin embargo, después, en
un par de horas se llegó a la decisión que la pareja estaba sujeta a una
expulsión. Esto más tarde, fue presentado como la norma formal pública que se
aplicaba a todo Testigo que voluntariamente se envolviera en prácticas
similares. El material publicado se entendió y se aplicó de tal manera que los
cónyuges se sentían obligados a informarles a los ancianos si alguna de tales
prácticas existía o se desarrollaba en su matrimonio, ya fuese éste por
resultado de un acuerdo mutuo o por la iniciativa de uno de los cónyuges. (En
el último caso se esperaba que el cónyuge quien no inició la acción fuese a los
ancianos e informara sobre esto, si se diese el caso que quien la inició no
estuviese dispuesto a confesarlo.) El no informar el asunto generalmente se
consideraba como una señal de falta de arrepentimiento y como un factor de peso
a favor de una expulsión. La creencia de que la expulsión lo separa a uno de la
organización donde la salvación se encuentra, así como de los amigos y
parientes, impone tremenda presión en la persona para que se ajuste a las
reglas, no importa cuan difícil pueda ser tal confesión (o informe).
La decisión del Cuerpo Gobernante
en el 1972 resultó en un número considerable de “audiencias judiciales” a
medida que los ancianos investigaban informes o confesiones sobre las prácticas
sexuales envueltas. Las mujeres sufrieron dolorosos bochornos en tales
reuniones judiciales a medida que respondían a las preguntas de los ancianos en
relación con las prácticas íntimas en sus relaciones maritales. Muchos
matrimonios donde uno de los cónyuges no era Testigo sufrieron un período
turbulento, con el cónyuge quien no era Testigo objetando fuertemente a lo que,
él o ella, consideraba como una invasión impropia de la privacidad de la
alcoba. Algunos matrimonios fueron deshechos resultando en divorcio.
Una cantidad sin precedente de correspondencia nos llegó en los siguientes
cinco años, la mayor parte de esta era preguntándonos cuál era la base bíblica
para que los miembros del Cuerpo Gobernante se inmiscuyesen en las vidas
privadas de los demás y expresando la incapacidad de poder ver la validez en
los argumentos presentados para apoyar la posición que fue tomada. (La porción
principal de las Escrituras en la cual se apoyaba la posición era Romanos 1:
24, 27, y los que les escribían a la Sociedad señalaban que no podían ver cómo
esto se podía aplicar correctamente a las relaciones heterosexuales, entre un
hombre y su esposa.) Otras cartas, a menudo procedentes de esposas,
sencillamente expresaban confusión y angustia sobre su incertidumbre en cuanto
a lo que era apropiado en sus “caricias antes del coito”.
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