Modos
de abandonar el grupo
La buena noticia es que, al fin, la
mayoría
de los miembros abandonan sus sectas. Tienden a hacerlo de tres maneras.
Primero, muchos se marchan por su propia
voluntad porque se desilusionan, se hartan o se agotan, o se dan cuenta de que
la secta no es lo que afirmaba ser. Las contradicciones se tornan demasiado
obvias y ya no se las puede ignorar. Juntan coraje y hacen su ruptura. A
menudo, un incidente determinado desencadena la acción...
Segundo, algunos miembros son expulsados
por el grupo debido a diversas razones que van desde la política
de desechar a los miembros que se quiebran mental o físicamente por el estrés
de la vida de la secta hasta programas deliberados en que el líder decide, por
motivos económicos u otros, reducir el tamaño del grupo o librarse de alguien.
A veces el líder se muestra dispuesto a sacrificar unos pocos miembros
desleales o "independientes" para darles una lección a otros en el
sentido de que también puede desecharlos si no se comportan bien… A los
miembros que salen de la secta de esa manera a veces se los llama expulsados.
Tercero, personas que no son miembros —habitualmente
la familia o los amigos y un equipo compuesto por asesores o ex miembros— pueden reunirse con un miembro y darle información y apoyo que
le permite una elección plenamente consciente respecto de la pertenencia al
grupo…
Para muchos, abandonar el grupo es una
de las cosas más difíciles de hacer. Y resulta difícil, en
especial, hacerlo solo. Ésa es la razón principal del éxito de las
intervenciones familiares, el asesoramiento en el egreso y otros métodos para
brindar información y apoyo al miembro de la secta.
Hay
vida después de la secta
Recuerdo que, cuando era pequeña,
iba a las estaciones de ferrocarril de pueblitos de Colorado y observaba los
nuevos trenes aerodinámicos que paraban o desaceleraban para arrojar sacas de
correspondencia y luego retomaban la velocidad a medida que se alejaban...
Por mi trabajo con tantos ex miembros de
sectas, tengo una nueva imagen de la estación de ferrocarril y
las vías. Pienso en la gente de pie a lo largo de las vías, observando cómo van
y vienen los distintos trenes, mientras en cada parada los propagandistas, los
embaucadores y los autodenominados salvadores del mundo descienden de un
salto de los trenes y despliegan sus elementos seductores, en el intento de
que la mayor cantidad posible de gente de las estaciones salte al tren y entre
con ellos en esa fantasía de la perfección.
-- Cuando
el líder de una secta, un
gurú, un instructor o cualquier autoproclamado flautista de Hamelín le pida que
suba de un salto al tren porque afirma poseer el "único camino",
¡cuidado! Ésa puede ser la última parada del tren en el camino al infierno en
la Tierra.--
A través de la historia, la
gente ha ayudado a los enfermos, los pobres, los oprimidos. No olvidemos ayudar
también a aquellos que han sufrido en manos de abusadores mentales, tiranos y
manipuladores que quitan la libertad de la mente humana para razonar, crear,
criticar y cambiar.
Como estamos por terminar el viaje de
este libro, deseo compartir mi fascinación y admiración por
los seres humanos que han soportado la gran decepción y la estremecedora y
esclarecedora experiencia de ver cómo el sueño de hacer del mundo un lugar
mejor sólo ayudó a un líder egoísta a llenar sus arcas e irse al banco entre
risas. He sabido de los sueños rotos de los jóvenes que ingresaron en sectas,
de los adultos que quedaron atrapados en grupos de reforma del pensamiento New
Age, de los mayores que llegan a darse cuenta demasiado tarde de que dieron
todos sus ahorros a una persona joven y seductora de una secta.
Todas las personas con las que he
trabajado y que padecieron y salieron de las experiencias descritas en este
libro se encuentran entre las personas más estimulantes que
jamás haya conocido. Deseaban ser mejores, deseaban que todo el mundo fuera
mejor. Eran altruistas, solícitas y deseaban ayudar, y fueron engañadas: creyeron a un charlatán.
Me resulta admirable que ex devotos
puedan volver rápidamente, después de la amarga desilusión de
saber que su líder había mentido, había comprado cocaína con el dinero que sus
seguidores pidieron en la calle, había abusado de los niños o asesinado a enemigos,
y que nada de lo que esas personas hacían en la secta tenía que ver con sus
elevados objetivos originales. Me siento inspirada por esas personas mayores
que se apresuran a marcharse cuando se enteran de que la dulce joven que
parecía tan ansiosa de ayudarlos en algunas tareas, en realidad, acaba de
engañarlos.
Cuando la gente dice "Fui burlado,
fui engañado
y ahora lo veo. Y pienso levantarme, regresar y sin embargo tratar de no
volverme tan amargado que nadie quiera estar cerca de mí", esa gente
despierta toda mi admiración.
También deseo rendir
tributo a la memoria de todos los que murieron a manos de líderes de secta,
incluidos aquellos que se suicidaron cuando estaban tan afligidos por lo
sucedido que ya no podían seguir adelante. Quiero que otros recuerden conmigo a
aquellos que murieron por poner en práctica los regímenes prescriptos por
curanderos, aquellos que murieron mientras conducían un auto sin dormir para
llegar al pueblo próximo y reunir dinero para el líder que conducía autos de
lujo y dormía con toda comodidad, aquellos que murieron por falta de atención
médica porque la secta la despreciaba o porque estaban tan ocupados con la
orden del líder que no pudieron llegar a un médico.
Deseo aplaudir a todos aquellos que
siguen con el deseo de hacer el bien y ser buenos con su familia, sus amigos y
la humanidad. Los aplaudo por regresar después de la traición de
un abusador espiritual, un explotador psicológico o un embaucador político, y
por no permitir que un seudogurú fascista siga controlándolos. Aplaudo a
aquellos que se expresan y creen que todos debemos tratar de impedir que esos
abusadores se apoderen del mundo.
En
verdad, el precio de la libertad es la vigilancia eterna y la capacidad para
recuperarse de las derrotas, los fraudes y el acoso.
Una mente libre es algo maravilloso. Las
mentes libres han producido los avances de la medicina, la ciencia y la
tecnología;
han creado grandes obras de arte, literatura y música; y han ideado nuestras
reglas de ética y las leyes de las tierras civilizadas. Los tiranos que se
hacen cargo de nuestro pensamiento y ponen en vigencia la
"corrección" política, psicológica o espiritual quitándonos nuestras
libertades, en especial la libertad de nuestra mente, son la amenaza de hoy, de
mañana y de toda la eternidad.
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